Doble rosa, doble zapato
El sábado amaneció nublado en Parque Leloir. El horóscopo (perdón, el pronóstico) meteorológico decía "parcialmente nublado", pero estaba nublado del todo. De todos modos, no hacía frío y decidimos disfrutar del aire puro y la tranquilidad de la quinta. Marti se acostó en la hamaca paraguaya a leer su libro sobre Feltrinelli, y yo me senté a pintar el paisaje. Todo trans ppiiiii piiii uuuuhhhh uuuuhhhhhh pi pi pi pi pi pi buuuuuuu buuuuuuu la puta madre en ningún lado se puede estar tran piiii piiii uuuuuhhhh uuuuuuhhhhh apaguen esa alarma la recon pi pi pi pi pi ...
Seguimos con nuestra vida lo mejor que pudimos, pensando que sería la alarma de algún auto y que pronto vendría el dueño a apagarla. Calentamos un poco el pollo a la parrilla que había quedado del viernes, y nos pusimos a almorzar. Una hora después, la alarma seguía sonando, y todavía con el último bocado en la boca decidimos salir a dar una vuelta a ver si encontrábamos el origen del infernal ruido. Llegamos a la esquina, y vimos una casa en la cual una luz titilaba al ritmo del sonido. Caminamos unos metros más, y entendimos todo: el portón estaba abierto de par en par, lo mismo que la puerta de calle. Cuatro dobermans se paseaban por el jardín, sorprendidos de su repentina libertad. Sin pensarlo dos veces, pusimos pien en polvorosa y le pedimos a una vecina, a través de la cerca, que llamara a la policía, ya que nosotros no teníamos teléfono.
Un rato después se escuchó la sirena de un patrullero. El ruido a esta altura nos tenía más que podridos, por lo que salimos a dar una vuelta por el barrio. Cuando volvimos, estaba la camioneta de la policía en la puerta. Nos acercamos a rogarles que corten el cable o hagan algo para callar esa alarma que estaba sonando hacía como dos horas, pero el cana aprovechó para tomarnos como testigos. Se comunicó por radio para transmitir nuestros datos. "Estoy con el señor Hernán T... , doble rosa, doble zapato, DNI ... y con la señora María Marta R.... ellos viven a la vuelta..." Mientras tanto, uno de los dobermans trataba de montarse a otro, que lo sacaba cagando, y tenía que consolarse refregándose contra el pasto.
Teníamos la esperanza de que el problema se solucionara antes de la hora de la siesta, pero no fue así. Cerramos las puertas y ventanas y dormimos lo mejor que pudimos. Cuando nos levantamos, nos vestimos y nos fuimos a buscar un poco de tranquilidad al shopping, y después al cine.
Conclusiones:
- Tener perros no sirve para nada. Bueno, sí, sirven como mascotas, pero para vigilar la casa parece que no mucho.
- Es inútil y terriblemente molesto que una alarma suene por más de, digamos, media hora. En media hora tuvieron tiempo de robarte todo. Casi diría que es inútil tener alarma, porque si era por los vecinos, la policía llegaba al otro día, pero seguramente los chorros rajaron cuando la oyeron, así que de algún modo cumplió su cometido.
- Si buscás la paz... La Paz está en Bolivia.