jueves, febrero 16, 2006

Esperando a Noelia

Hay días en los que tengo una idea para un cuento, una novela, una pintura, incluso un post en el blog, y no tengo tiempo o ganas de ponerme a escribir o dibujar o pintar. Y hay días en los que tengo ganas de escribir o pintar o publicar y no se me ocurre nada. Sirva entonces el blog como cuaderno de notas para lo que alguna vez haré.

Esperando a Noelia (idea para un cuento)

El protagonista de esta historia es un hombre agobiado por la rutina, que se encuentra con una conocida mientras espera el subterráneo a la salida del trabajo y conversa con ella durante los quince minutos que dura el viaje, y un par de cuadras por la calle, ya que iban a lugares más o menos cercanos.

Ilusionado por la circunstancia, empieza a esperarla todos los días en el andén, intentando repetir los detalles que hicieron posible aquel encuentro (que salió un poco más tarde de la oficina, que bajó al subte por otro lado, etc.).

Finalmente, un día la ve bajar por la escalera mecánica, pero ella pasa a su lado sin verlo. La sigue por el andén y sube detrás de ella, y entonces duda: tal vez no sea Noelia, sólo una mujer parecida. Y entonces trata de recordar los detalles que podrían sacarlo de la duda. Pero no tiene tiempo: Noelia (o no) se baja a solo dos estaciones de donde había subido, y ya nunca vuelve a verla.

De los títulos de los libros

Hay en casa muchos libros que nunca abrí ni para hojearlos. Algunos los trajo Marti cuando se mudó, otros los heredé de mi abuelo, otros los compré pensando en leerlos alguna vez y otros no tengo ni idea de dónde salieron. A veces me gusta tratar de imaginarme el contenido de los libros por su título, y me llevo grandes sorpresas cuando empiezo a leerlos.

Por ejemplo: "La ciudad y los perros", de Vargas Llosa. Me imaginaba una ciudad sitiada, al estilo de "La peste" de Camus, con perros famélicos aullando a la luz de las estrellas y habitantes encerrados en sus casas muertos de miedo. Pero no, resulta que "los perros" son personas, más precisamente, cadetes de un colegio militar.

Otro: "Dormir al sol", de Bioy Casares. Esta vez me imaginaba un pueblo a orillas de un río, y un hombre solitario durmiendo en la orilla, después de remar toda la noche. Pero no, resulta que el que duerme es un perro.

Y eso es todo lo que tengo que decir por ahora de los títulos de los libros, aunque seguramente hay mucho más.